La amenaza de Trump a la UE con aranceles del 50% dispara el riesgo de una guerra comercial que lleva años gestándose

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La Unión Europea ha rechazado la más reciente amenaza de Donald Trump de que impondrá aranceles de importación del 50% a todos los productos del bloque económico, advirtiendo que el comercio debe basarse en el «respeto, no en amenazas».

La respuesta se produjo después de que el presidente estadounidense dijera el viernes que las negociaciones comerciales con la Unión Europea "no están yendo a ninguna parte" y sugiriera que impondría aranceles del 50% a todos los productos de ese bloque que entren en Estados Unidos, a partir del 1 de junio.
El más reciente comentario amenazante de Trump se produce en medio de un estancamiento de las relaciones entre las dos potencias mundiales, tras meses de jaleo económico.

La Unión Europea, con casi 450 millones de habitantes, es el mayor bloque comercial del mundo y uno de los principales socios comerciales de Estados Unidos. El año pasado exportó al país bienes por más de 600,000 millones de dólares, de importó productos por valor de unos 370,000 millones.
La más reciente amenaza de Trump se produjo después de que el 2 de abril el mandatario anunciara, en lo que llamó el "Día de la Liberación", la imposición de aranceles del 39% a los productos europeos, de lo que luego se retractó antes de volver a cambiar de rumbo el viernes con una postura aún más dura.
Stephen Moore, exasesor económico de Trump, le dijo a la cadena pública de noticias británica 'BBC' que su antiguo jefe estaba expresando su frustración con la Unión Europea.
«Creo que esperaba que a estas alturas la UE viniera con algún tipo de acuerdo sobre la mesa, y hasta ahora no ha llegado», indicó.

El Comisario de Comercio de la UE, Maroš Šefčovič, declaró a última hora del viernes que «el comercio entre la Unión Europea y Estados Unidos no tiene comparación y debe guiarse por el respeto mutuo, no por las amenazas», y que el bloque sigue comprometido a asegurar «un acuerdo que funcione para ambos».
Estas declaraciones se produjeron tras una llamada con el representante de Comercio de Estados Unidos, Jamieson Greer; y el secretario de Comercio, Howard Lutnick.
Si bien la respuesta de la UE sugiere una voluntad de negociar, la discordia se ha profundizado entre el bloque y su histórico aliado transatlántico debido al regreso de la postura combativa que Trump adoptó durante su primera Administración, cuando terminó con décadas de cooperación y trató al bloque como un rival económico.

En 2018, Trump aseguró que «nadie nos trata peor que la Unión Europea» y argumentó que el bloque fue diseñado para explotar a Estados Unidos. Repitió esa afirmación este año, describiendo a la UE como un grupo "formado para afectar a Estados Unidos".
Los arquitectos ideológicos de la primera Administración de Trump, como Steve Bannon y Peter Navarro, han dejado constancia de sus críticas al bloque, y muchos en el actual círculo íntimo de Trump también han compartido esos sentimientos.
El vicepresidente, J.D. Vance, arremetió en febrero contra los líderes europeos en una conferencia de seguridad celebrada en Munich sobre cuestiones que iban desde la libertad de expresión a la inmigración y la defensa, asestando un duro golpe a la visión europea de Estados Unidos como un firme aliado cultural.

«La amenaza que más me preocupa con respecto a Europa», dijo Vance, «es la amenaza desde dentro: la retirada de Europa de algunos de sus valores más fundamentales, valores compartidos con Estados Unidos».

Esto se produjo después de que Elon Musk –el hombre más rico del mundo, que también sirvió como asesor cercano de Trump a principios de su segundo mandato– apoyara al partido de extrema derecha de Alemania, Alternativa para Alemania, que ha pedido que ese país abandone la UE.
Detrás de gran parte de la animadversión de la segunda Administración Trump hacia Europa ha estado la financiación de la seguridad, sobre todo en lo referente a la guerra en Ucrania.

Si bien la opinión del Gobierno sobre la guerra en Ucrania se ha suavizado desde entonces, Vance se ha opuesto repetidamente a enviar ayuda militar, diciendo en febrero: «Realmente no me importa lo que le suceda a Ucrania».
Y en una conversación en un chat de 'Signal' entre altos funcionarios de la Administración filtrada en marzo, Vance se resistió inicialmente a los ataques de Estados Unidos en Yemen, argumentando que no quería "rescatar a Europa", mientras que el secretario de Defensa, Pete Hegseth, advirtió que esa región estaba tratando a Estados Unidos como un "tonto" al depender del país para defenderse.

Aunque el llamado de Šefčovič a un "acuerdo que funcione para ambos" refleja la característica respuesta comedida de la UE a las afrentas de la Administración Trump, Europa lleva meses preparándose para la posibilidad de una relación económica más distante también con Estados Unidos.
A principios de este mes, Šefčovič aseguró que el bloque prefería negociar, "pero no a cualquier precio", antes de anunciar al día siguiente posibles aranceles de represalia sobre productos estadounidenses, por valor de más de 100,000 millones de dólares.
Europa también parece estar preparándose para un futuro sin la garantía estadounidense de seguridad europea frente a Rusia. Alemania desplegó esta semana una brigada militar permanente más allá de sus fronteras por primera vez desde el final de la Segunda Guerra Mundial.

Una guerra comercial en ciernes con el bloque pone en evidencia la posición de Reino Unido, que votó a favor de abandonar la UE en 2016, pero que recientemente firmó un acuerdo comercial con Europa y otro con Estados Unidos.
Reino Unido parece haber esquivado aranceles más elevados después de que Trump acordara el mes pasado mantener el gravamen sobre los productos británicos en el 10%, pero ahora camina sobre una línea delgada: mantener su "relación especial" con Estados Unidos mientras busca alinearse de manera más estrecha con su mayor socio comercial en la Unión Europea.

Pero con el aumento de las tensiones al otro lado del Atlántico, incluso los aliados corren el riesgo de verse entre fuego cruzado. Es poco probable que la UE –un peso pesado geopolítico– acepte de brazos cruzados los fuertes aranceles estadounidenses sin tomar medidas de respuesta.

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