
El informe fue publicado por la Red Mundial contra las Crisis Alimentarias y el mismo detalla que en 2024, 295 millones de personas en 53 países sufrió hambre aguda.
Esta cifra representa un aumento preocupante y marca el sexto año consecutivo de deterioro en la seguridad alimentaria global, con un empeoramiento significativo de la situación en países como Sudán, Myanmar y Palestina.
Del total de afectados, 1.9 millones se encontraban al borde de la hambruna, un nivel crítico sin precedentes desde que se comenzó a elaborar el informe en 2016. La mayoría de estas personas en situación extrema se concentraban en Sudán y la Franja de Gaza, seguidos por Malí y Haití. Los conflictos y la violencia fueron el principal factor de la crisis alimentaria en 2024.
Además de los conflictos, los fenómenos climáticos extremos, contribuyeron a la inseguridad alimentaria. Sequías severas en el sur de África e inundaciones en países como Bangladesh y Nigeria causaron pérdidas significativas en la producción agrícola en al menos 18 países, agravando aún más la crisis.
El informe advierte que las perspectivas para 2025 son poco alentadoras debido a la intensificación de los conflictos, tensiones geopolíticas, incertidumbre económica y recortes en la ayuda internacional. Países como la República Democrática del Congo y Haití podrían enfrentar un deterioro aún mayor en su situación alimentaria, lo que subraya la urgencia de mantener y aumentar el apoyo humanitario.
Finalmente, el documento destaca la necesidad imperiosa de abordar las causas profundas del hambre a nivel global, incluyendo la resolución pacífica de conflictos, la implementación de medidas contra el cambio climático y la continuidad de la ayuda humanitaria para las poblaciones más vulnerables.
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