Brasil: El cerco se estrecha en torno a Bolsonaro mientras aceita su máquina de propaganda

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Una condena es una perspectiva que le aterroriza, ha reconocido el fascista Jair Bolsonaro en algunas entrevistas concedidas en las últimas semanas a medios brasileños.

«Tengo 70 años, si me condenan a 40, es mi fin. Y a 20 años también», dijo el exmandatario.
«Yo, con 40 años de prisión a mis espaldas, sin poder recurrir en ninguna instancia, me voy a morir en la cárcel», agregaba.

Mientras tanto, Bolsonaro estaría pidiendo 'pix' (transferencias bancarias gratuitas) a sus seguidores para costear los gastos ocasionados por este juicio.
El exministro de Turismo Gilson Machado protagonizó una escena inusual el pasado domingo cuando sugirió que los fans de Bolsonaro donaran dinero. Machado publicó dos videos en sus redes sociales en los que afirmaba que el expresidente ya había gastado la mitad de los 17 millones de reales (equivalentes a tres millones de dólares), recaudados en una campaña informal de financiación de 2023.

«Quiero decir que el presidente recibió 17 millones de reales en la otra campaña, pero ya gastó ocho millones en un año y empezó a quedarse sin fondos. Por eso estamos preocupados, ¿vamos a dejar que el presidente se quede sin fondos?», preguntó Machado.
El exministro asegura que el dinero donado por los bolsonaristas está destinado a cubrir compra de billetes aéreos, gastos hospitalarios y legales, como abogados.
El exmandatario reveló recientemente que con parte de este dinero ha costeado la estadía de su hijo diputado Eduardo Bolsonaro en Estados Unidos para que pueda hacer lobby a su favor entre los congresistas de Washington.

En la actualidad, Bolsonaro recibe dos pensiones: una como excapitán del Ejército y otra de la Cámara de Diputados, además del salario de su partido, estimado en 42,000 reales (7,410 dólares). En total, el líder ultraconservador estaría ingresando unos 100,000 reales por mes (17,645 dólares), sin contar la venta de productos que llevan su marca, como perfumes e incluso un casco de moto hecho de grafeno.

Por lo general, casi todo lo que hace y dice públicamente Bolsonaro es milimétricamente calculado por sus asesores, encabezados por su hijo Carlos, que es concejal en el Ayuntamiento de Río de Janeiro.

El pasado 13 de abril, el exmandatario pasó por una compleja cirugía para corregir adherencias intestinales, que duró 12 horas.
En las tres semanas que permaneció internado, Bolsonaro publicó varios vídeos editados de forma profesional en donde se exhibe sus paseos diarios por los pasillos del hospital; a su esposa, Michelle, que prodigaba en cuidados e incluso imágenes explícitas de su herida en el abdomen. 

Para el periodista Felipe Pena, la "dramatización de la cirugía" recorre a la semiótica, la ciencia que estudia los signos de la comunicación humana, para sugerir a sus seguidores arquetipos colectivos.
«La victimización es una estrategia usada cuando una persona no tiene defensa y tocas arquetipos muy profundos. Él intenta simular un calvario cuando camina de aquella forma, como si tuviese una cruz en los hombros […] Él está construyendo el imaginario del calvario para que haya una identificación simbólica con la figura de Cristo», dijo Pena tras la publicación del vídeo.

«Cuando la gente ve este aparente calvario, se produce una identificación inmediata de su público, de su base, de aquellos que quieren promover la amnistía de Bolsonaro, que están a favor de su 'mito'. Entonces nada de esto es gratuito. Estas imágenes fueron construidas con mucho cuidado. La misma Michelle prohibió la visita de los parlamentarios para que no fuesen producidas imágenes que compitiesen con la imagen que ella iba a divulgar, la de Bolsonaro en el hospital caminando con un dispositivo como si estuviese en un calvario cristiano», añadió Pena.

Esta estrategia culminó con la publicación de otro video en el que Bolsonaro muestra sin tapujos sus vísceras abiertas.
Las fotos fueron subidas a las redes sociales pocas horas antes de que Lady Gaga empezase su show en la Playa de Copacabana, que llegó a congregar más de dos millones de personas.
«Bolsonaro disputa con Lady Gaga el interés de las redes sociales publicando sus tripas horripilantes», dice Renato Rovai, redactor jefe de la revista 'Forum'. Para este periodista, lo que hay detrás de esta imagen es un intento de acaparar las portadas y de ser el centro de la noticia.
«Para conseguirlo, usas sus propias tripas. Pero fracasó. Por más que lo grotesco llamé la atención de mucha gente en Brasil, no consiguió ni siquiera al gusto de su burbuja», añade.

«Al exponer en redes sociales la imagen de su cuerpo semidesnudo en un entorno hospitalario y publicar mensajes mesiánicos, Bolsonaro recurrió a la misma estrategia de comunicación que viene adoptando desde 2018», escribió el columnista Leonardo Sakamoto. 

«En este caso, ha transformado su condición clínica en un espectáculo escatológico y sensacionalista, victimizándose una vez más en vísperas de una manifestación convocada por él a favor de la amnistía para los golpistas de 2022 y 2023. De hecho, por el bien de su propia amnistía. De esta manera, mantiene comprometidos a sus fieles seguidores, intenta ganarse a la opinión pública no comprometida y presiona a los diputados para que aprueben el indulto de quienes intentaron disolver el Estado de derecho democrático. Hablen mal de él, pero hablen de él: eso es lo que proyecta. Con las entrañas del oportunismo estrangularán la democracia», añade.

Hasta la fecha, Bolsonaro ha convocado tres manifestaciones multitudinarias a favor de la amnistía en las principales ciudades de Brasil: Río de Janeiro, São Paulo y Brasilia. La última ocurrió en la capital de Brasil pocos días después de recibir el alta y, a pesar del consejo de sus médicos de observar reposo, optó por acudir.
Analistas políticos dudan que este asunto consiga la simpatía de la mayoría de sus seguidores. Las principales encuestas revelan que el 56% de los brasileños está en contra de la amnistía para los involucrados en los ataques violentos contra la Plaza de los Tres Poderes del 8 de enero de 2023 y que tan solo el 34% la apoya.

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A finales de abril, el presidente de la Cámara de Diputados, Hugo Motta, decidió no conceder tratamiento de urgencia al proyecto de ley para la amnistía.
«Los líderes de los partidos, que representan a más de 400 parlamentarios en la Cámara, decidieron que el tema no debería estar en la agenda de la próxima semana. Esto no significa que no seguiremos dialogando para encontrar una solución», declaró Motta, al mismo tiempo que informaba que el debate sobre el tema sería pospuesto en busca de un acuerdo entre todos los interesados.

La noticia fue recibida como un varapalo por Bolsonaro y su entorno.  
A lo largo de las próximas semanas, Brasil asistirá a un macrojuicio sin precedentes que, para los detractores de Bolsonaro, aspira a restaurar la legalidad en el mayor país de América Latina y, para sus seguidores, representa "la dictadura" de un juez, Alexandre de Moraes, que odia a Bolsonaro.

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