
En una jornada marcada por el control oficial y una participación que el Consejo Nacional Electoral (CNE) proyectó en 44% (6.27 millones de votantes), Venezuela renovó este domingo 27 de julio su mapa municipal. Con el 82,45% de las mesas escrutadas, el Gran Polo Patriótico Simón Bolívar (GPPSB) se adjudicó 280 de las 335 alcaldías, según anunció el rector presidente del CNE, Elvis Amoroso.
Un resultado que el gobierno califica de "victoria histórica", pero que también abre preguntas sobre la salud real de la competencia democrática en el país.
Aunque el proceso no registró disturbios masivos ni denuncias de fraude en cadena por parte de observadores internacionales, la ausencia de una oposición unificada, la restricción de figuras clave y el contexto de sanciones económicas y polarización política siguen siendo factores que ensombrecen la percepción de transparencia, tanto dentro como fuera del país.
Un triunfo abrumador, pero con fisuras
El oficialismo celebró: de las 24 capitales estadales, ganó 23. Desde Caracas hasta Maracaibo, de Barcelona a Valencia, el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y sus aliados barrieron en regiones estratégicas. En municipios como Libertador (Caracas), Girardot (Aragua) o Simón Bolívar (Anzoátegui), los resultados superaron el 85% de los votos, lo que algunos analistas interpretan como una muestra de consolidación del voto duro, pero también como una señal de desmovilización o abstención selectiva en zonas opositoras.Sin embargo, la oposición logró mantener cierto espacio. En Chacao, Baruta y El Hatillo —municipios tradicionalmente de derecha en la Gran Caracas—, Fuerza Vecinal y otras fuerzas independientes retuvieron el poder. En San Diego (Carabobo), Plácido Maneiro (Nueva Esparta) y Los Salias (Miranda), formaciones no alineadas con el chavismo también se impusieron. Y en San Carlos (Cojedes), Alexander Mireles, del movimiento local Vamos Cojedes, rompió la hegemonía oficialista, una de las pocas sorpresas del día.
Estos resultados sugieren que, pese al dominio del GPPSB, el voto opositor no ha desaparecido, sino que se ha fragmentado, localizado y, en muchos casos, despolitizado. Ya no se trata de un frente unitario contra el gobierno, sino de candidaturas comunitarias, independientes o de partidos pequeños que evitan el enfrentamiento directo con el Estado para poder gobernar.
Participación: ¿44% real o proyectado?
Uno de los puntos más controvertidos fue la cifra de participación. El CNE afirmó que superó el 44% del padrón activo, lo que significaría unos 6.27 millones de votantes. Sin embargo, organizaciones como Súmate y algunos expertos electorales independientes cuestionan este número, señalando que no se publicaron actas escaneadas en tiempo real ni se permitió una observación internacional plena y autónoma.Además, comparado con elecciones anteriores —como las municipales de 2021, donde la participación oficial fue del 51%—, el descenso podría indicar desinterés, desconfianza o una estrategia de abstención activa por parte de sectores opositores que consideran el sistema electoral sesgado.
«La falta de condiciones equitativas, la exclusión de candidatos y el control estatal sobre los medios y las instituciones dificultan hablar de una competencia limpia», señaló desde Bogotá el politólogo venezolano Luis Lander. «Ganar 280 alcaldías no es lo mismo que ganar con legitimidad indiscutible».
Un proceso bajo lupa internacional
El CNE destacó la presencia de 1,490 veedores nacionales e internacionales, entre ellos representantes de países del ALBA, el Mercosur y algunos gobiernos aliados. Pero ausencias notables, como la del Grupo de Expertos Electorales de la Unión Europea o misiones de la OEA, limitan el reconocimiento global del proceso.Estados Unidos, la UE y varios gobiernos latinoamericanos emitieron comunicados breves, reconociendo que hubo votación, pero sin calificar el proceso como libre o justo. Washington reiteró su postura de que «las elecciones en Venezuela continúan careciendo de condiciones mínimas de transparencia y pluralismo».
Maduro: victoria y llamado a la unidad
Desde la Plaza Bolívar de Caracas, el presidente Nicolás Maduro celebró lo que llamó una "victoria histórica", asegurando que el bloque oficialista ganó "más de 285 alcaldías". Aunque el CNE aún no ha emitido el cómputo definitivo, Maduro utilizó el balcón del poder para proyectar fuerza: «El imperialismo no ha podido doblegarnos», afirmó, en alusión a las sanciones económicas.Pero también extendió la mano a la oposición: «Van a contar con nuestra mano extendida», dijo, pidiendo el fin de «las conspiraciones y el llamado a la intervención militar». Un gesto de apertura, aunque muchos lo interpretan como una táctica para desactivar la presión internacional antes de las presidenciales de 2028.
¿Una oposición en reconstrucción?
Más allá de los discursos triunfalistas, los resultados podrían marcar el inicio de una reconfiguración de la oposición venezolana. Sin liderazgos unificados ni estructuras partidistas fuertes, el voto se ha descentralizado. En municipios como San Carlos, San Diego o Los Salias, ganaron candidatos locales, sin etiquetas nacionales, que priorizan la gestión por encima de la confrontación.«Esto no es una derrota total de la oposición, sino su metamorfosis», explica la politóloga María Corina Ramírez. «El ciudadano ya no vota tanto por ideologías, sino por quién puede resolver el agua, la basura o la inseguridad. Y eso abre espacio, incluso bajo reglas desiguales».
Una democracia en disputa
Las municipales de 2025 confirman el dominio institucional del chavismo, pero también revelan fisuras en su legitimidad percibida. El gobierno controla el aparato electoral, los medios públicos, los recursos del Estado y gran parte del poder local. Pero la abstención, la fragmentación opositora y la desconfianza ciudadana son señales de que ese control no equivale a consenso.Venezuela sigue siendo un país profundamente dividido, donde votar no siempre significa tener garantías de equidad. Y mientras el gobierno celebra cada victoria como un triunfo popular, gran parte de la población sigue preguntándose: ¿hasta cuándo las elecciones serán solo un reflejo del poder establecido, y no una verdadera opción de cambio?
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