
«El plan de ocupación de Gaza por el Gobierno israelí va en total contradicción con la voluntad de la comunidad internacional, el derecho internacional y el sentido común, e incluso me atrevo a decir que contra el deseo de la mayoría de la gente en Israel, según leemos en las encuestas de opinión», dijo a la ONU el Observador Permanente del Estado observador de Palestina, Riyad Mansour, el pasado domingo 10 de agosto.
Mientras los civiles siguen siendo asesinados y heridos en Gaza, donde incluso tareas básicas como encontrar alimentos y agua se han vuelto imposibles, el gabinete de Gobierno aprobó el plan militar del Primer Ministro Benjamín Netanyahu para ocupar la Ciudad de Gaza, ubicada en el norte del enclave palestino.
A través de un comunicado, el Gobierno israelí expuso el plan de Netanyahu para "derrotar a Hamás", que realmente está orientado en la ocupación de la Ciudad de Gaza, sin aclarar qué sucederá con el resto del enclave.
A la apobación de este plan se suman los llamados realizados por algunos ministros del gabinete de forma independiente. El pasado mes de mayo, el ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, afirmó que dentro de un año y medio toda la población de la Franja estará concentrada en una estrecha franja de tierra entre la frontera con Egipto y el llamado 'Corredor Morag', el cual separa Khan Younis (centro de Gaza) y la ciudad fronteriza de Rafah (sur del enclave), mientras el resto del enclave será "totalmente destruido".
Estas afirmaciones las efectuó en una conferencia sobre asentamientos —los cuales son ilegales, de acuerdo con la ONU, pese a que Israel cada día los expande— en la que también aseguró que Israel "aplicará la soberanía" en Cisjordania mientras dure el Gobierno actual; es decir, aplicará el derecho de anexar también ese territorio.
Aunque el fallo de la Corte Internacional de Justicia establece que Israel debe poner fin a su ocupación y lograr una solución de dos Estados que dé a los palestinos el derecho a la autodeterminación, Israel ha hecho caso omiso de todas las leyes internacionales y ha ocupado el 80% de la Franja de Gaza, destruyendo la mayor parte de su infraestructura.
Sobre el anuncio realizado tras una reunión del gabinete israelí, el secretario General de la ONU, António Guterres, a través de su portavoz dijo que «marca una escalada peligrosa y corre el riesgo de profundizar las consecuencias ya catastróficas para millones de palestinos, y podría poner en peligro aún más vidas, incluidas las de los rehenes restantes».
El jefe de la ONU advirtió que esta nueva escalada provocará más desplazamientos forzados, asesinatos y destrucción masiva, agravando el sufrimiento inimaginable de la población.
Es así como, en un territorio al borde de la hambruna donde la mayoría de los alimentos siguen siendo escasos en el mercado y se venden a precios exorbitantes; las enfermedades infecciones continúan expandiéndose; cerca del 90% de las estructuras sanitarias fueron atacadas; y los que se atreven a buscar ayuda humanitaria en los pocos centros permitidos por Israel van por pan y hallan balas; ahora se les privará de permanecer en su tierra, donde siempre han vivido, bajo una potestad que los aniquila día tras día y que se conduce su destino hacia la incertidumbre.
Claves del plan de exterminio de Israel en Gaza
Aunque todavía hay muchos detalles sin clarificar sobre la implementación del plan israelí, lo que se ha dado a conocer a través de un comunicado de la Oficina del primer ministro son puntos fundamentales que, según el Gobierno, buscan "poner fin" a su genocidio:• La devolución de todos los rehenes israelíes, tanto vivos como muertos.
• La desmilitarización completa de la Franja de Gaza.
• El control de seguridad israelí sobre la Franja de Gaza.
• La existencia de un Gobierno civil alternativo que no sea liderado por Hamás ni por la Autoridad Palestina.
Cabe destacar que Netanyahu afirmó que Israel «no quiere conservar Gaza» ni «estar allí como un órgano de Gobierno», sino establecer un "perímetro de seguridad"; sin embargo, este plan revela una clara intención de control prolongado o anexión.
A nivel internacional, el rechazo a este plan anexionista se ve reflejado en la declaración del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Volker Türk, quien reiteró que la toma militar total de Gaza «debe detenerse de inmediato porque contraviene la sentencia de la Corte Internacional de Justicia» y el derecho a la autodeterminación palestina.
Por su parte, el primer ministro del Reino Unido, Keir Starmer, la calificó de "errónea", mientras que el ministro de Asuntos Exteriores holandés, Caspar Veldkamp, la consideró una "medida equivocada".
A este rechazo se sumó Alemania, un aliado de larga data de Israel, que anunció la suspensión de las exportaciones de armas que puedan ser utilizadas en Gaza para este plan. Pese a los llamados de estos actores, cabe destacar que durante 22 meses de genocidio televisado no han hecho todo lo que ha estado a su alcance para detener a Israel; por ejemplo, cesar el envío de armamento y la compra de tecnologías israelíes.
Por otro lado, dentro de Israel la oposición no es menor y se extiende a diversos sectores. Y es que el propio Ejército israelí advirtió que una expansión de la ofensiva pondría en grave peligro a los 20 rehenes que se cree que siguen vivos en esas zonas.
Al respecto, 600 exfuncionarios de seguridad nacional declararon que es hora de ponerle fin a la guerra, argumentando que la ocupación de Gaza es «contraproducente, perjudicial para la reputación internacional de Israel y sin un plan real a largo plazo».
El líder de la oposición, Yair Lapid, también describió la medida como «un desastre que conducirá a muchos más desastres».
No obstante, la mayor fuerza de presión continúan siendo los familiares de los rehenes en Gaza, quienes han convocado a una huelga general en Israel para el próximo 17 de agosto, con el fin de frenar la ocupación de la Ciudad de Gaza, pues aseguran que será el final para sus seres queridos, expuestos completamente a los bombardeos del Ejército.
Desde que Tel Aviv rompiera de forma unilateral el alto el fuego con Hamás, e interrumpiera la posibilidad de canjear a todos los rehenes por prisioneros palestinos; los familiares de los cautivos israelíes han afirmado que su Gobierno ha abandonado a sus hijos y pretende ocupar toda la Franja de Gaza, incluso a costa de las vidas de sus ciudadanos.
Una de las consecuencias más devastadoras de este plan anexionista es la expectativa de que obligará a un millón de residentes de la Franja a desplazarse aún más hacia el sur.
Lo que se suma a que los dos millones de habitantes de Gaza han sido desplazados repetidamente desde el inicio de la guerra en el enclave, sobreviviendo en campamentos de tiendas de campaña bajo condiciones cada vez más precarias.
Al forzar nuevos desplazamientos masivos en un enclave ya superpoblado y devastado, Israel no solo agrava el sufrimiento de una población que ya ha perdido todo, sino que también viola flagrantemente el derecho internacional.
Con la distribución de la ayuda humanitaria en las manos de Israel, lo cual ha provocado una hambruna catastrófica que ya ha apagado la vida de al menos 227 civiles palestinos, entre ellos 103 infantes, demostrando un claro uso del hambre como arma de guerra; la sobrevivencia de los habitantes de la Ciudad de Gaza se verá totalmente comprometida, expuestos además a los bombardeos que no han cesado desde que se rompiera el alto el fuego en marzo pasado.
Sobre la incertidumbre del destino del pueblo de Gaza, una de sus voces, Sabrine Mahmoud, manifestó su rotunda negativa a abandonar su hogar tras haber sufrido desplazamientos previos: «No volveremos a vivir desplazados… Que destruyan la casa sobre nuestras cabezas; no nos iremos».
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