
Este jueves 3 de abril, la junta militar de Myanmar elevó la cantidad de muertos por el terremoto de magnitud 7.7- que azotó la zona centro y norte del país la semana pasada- a 3,145.
Además, se registran al menos 4,715 heridos y otras 341 personas continúan desaparecidas. Las nuevas cifras se conocen mientras prosiguen las labores de limpieza y se desvanecen las esperanzas de hallar supervivientes bajo los escombros.
Seis regiones continúan en emergencia declarada y, en total, al menos 21,783 viviendas están registradas como destruidas, así como más de 1,000 escuelas, 48 hospitales, entre otros.
Entretanto, el periódico 'Global New Light of Myanmar' reportó que 49 aviones cargados de ayuda humanitaria han arribado desde el momento del sismo, junto a 1,915 rescatistas internacionales. Según estimaciones de la ONU, alrededor de diez millones de personas viven en las zonas más castigadas.
Entre esos sectores hay lugares ocupados por la resistencia ante la junta militar. Sin embargo, luego de presiones de organizaciones humanitarias, la cúpula castrense anunció un pacto el miércoles 2 de abril para permitir la entrada de la asistencia.
Con el objetivo de estrechar lazos con los demás países de la región en medio de la devastación, el jefe de la junta militar, Min Aung Hlaing, asiste en Bangkok a un evento regional al que concurren líderes como el primer ministro de India, Narendra Modi.
Hlaing, que ha salido poco de Myanmar desde que lideró un golpe de Estado en 2021, participa en el foro de cooperación económica y técnica (BIMSTEC), donde se reúne con mandatarios del sur y sureste asiático.
«Discutirá la situación en Myanmar y los esfuerzos de recuperación tras el terremoto», adelantó la institución castrense.
El viaje de Min Aung Hlaing, sobre quien recae una petición de arresto de la Fiscalía de la Corte Penal Internacional por la persecución a la comunidad roghinya –tras el denunciado genocidio contra la minoría Rohingya- marca un giro, ya que hasta ahora los países de la región evitaron relacionarse con la junta militar tras el derrocamiento de la líder Aung San Suu Kyi.
El jefe de ayuda humanitaria de la ONU, Tom Fletcher, llegó este viernes 4 de abril a Myanmar, según anunció el secretario general de la organización, António Guterres, quien solicitó mayor financiación internacional y un acceso rápido y sin trabas a la ayuda humanitaria en el país.
Guterres indicó que su enviada especial para Myanmar, Julie Bishop, también viajará al país en los próximos días «para reforzar nuestro compromiso con la paz y el diálogo».
«El terremoto ha agravado el sufrimiento, con la temporada de monzones a la vuelta de la esquina [...] Hago un llamamiento a todos los esfuerzos posibles para transformar este trágico momento en una oportunidad para el pueblo de Myanmar», declaró Guterres a la prensa.
El terremoto de magnitud 7.7 del viernes pasado, uno de los más fuertes de Myanmar en un siglo, sacudió una región con 28 millones de habitantes, derribando edificios como hospitales, arrasando comunidades y dejando a muchos sin comida, agua ni refugio.
También golpeó la vecina Tailandia, en cuya capital, Bangkok, se derribó un rascacielos que estaba en construcción.
Hay un "riesgo muy alto" de cólera, advierte la ONU
Elene Vuolo, jefa adjunta de la Organización Mundial de la Salud en Myanmar, advirtió que existe un alto riesgo de brotes de cólera en el territorio birmano por el gran daño que se produjo en el sistema de saneamiento y la falta de agua potable.
«En este país hay un riesgo muy alto de cólera», aseguró Vuolo en referencia a la llegada de temperaturas altas en abril, donde estima que habrá entre 40 y 42 grados, escasa lluvia y puede profundizar la escasez de agua.
«Yo vivo en Naipyidó, que es una ciudad construida hace 15 años como la capital política, pero muchos edificios se han caído a pesar de ser construcciones nuevas», detalló.
La OMS ya tuvo que socorrer un brote de cólera en octubre pasado en Mandalay, una de las regiones que más padecen el terremoto.
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