
La elección del nombre del Papa se inició en el siglo VI y se ha convertido en una muy significativa en el proceso de elección del nuevo pontífice porque, de alguna manera, nos da una idea de lo que podemos esperar del nuevo jefe de la Iglesia Católica.
León —Leo, en latín, por lo que en muchos lados aparecerá así su nombre— es el sexto nombre más utilizado por los papas en la historia de la Iglesia.
El primero en llevar este nombre, San León el Magno, estuvo al frente de la Iglesia del 440 al 461, en el siglo V, y el Papa Benedicto XVI (Papa de 2005 a 2013) dijo que el papado de San León fue «uno de los más importantes en la historia de la Iglesia».
En esos tiempos, la Iglesia Católica aún luchaba por establecerse, pero uno de los episodios más destacados de San León tuvo que ver con su encuentro con Atila. Al Papa se le adjudica el logro de convencer al líder de los hunos de no tomar Roma y firmar un tratado de paz, aunque hay otras versiones que indican que los hunos decidieron no atacar Roma porque estaban muy diezmados.
El nombre tiene una fuerte carga histórica que se caracteriza por la defensa de la doctrina cristiana católica. En latín, el nombre se asocia con fuerza, valentía, pero también nobleza.
El último sumo pontífice que llevó este nombre fue a finales del siglo XIX y principios del XX. El Papa León XIII lideró la Iglesia de 1878 a 1903. En dicho papado, la autoridad eclesiástica tuvo que lidiar con la formación de un Estado liberal en Italia, tras su unificación. León XIII es considerado como el padre de la doctrina social de la Iglesia Católica.
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