Los profundos recortes de Trump erosionan los cimientos del sistema de salud pública de EE.UU., señalan expertos y funcionarios

Los estadounidenses están perdiendo una gran cantidad de personal y programas dedicados a mantenerlos sanos. Ya no están los especialistas que enfrentaban un brote de sarampión en Ohio, los trabajadores que conducían una camioneta para ofrecer vacunas en las escuelas de Carolina del Norte y un programa que proporcionaba exámenes gratuitos a los enfermos en Tennessee.
Los departamentos de salud estatales y locales, responsables de labores invisibles pero cruciales como inspeccionar restaurantes, monitorear las aguas residuales en busca de gérmenes nuevos y dañinos, responder a los brotes antes de que se propaguen demasiado y otras tareas para proteger tanto a las personas como a las comunidades, están siendo vaciados.
«Nadie quiere nadar en una piscina comunitaria y salir con un sarpullido o una enfermedad. Nadie quiere salir de casa, respirar aire fresco y empezar a tener sibilancias», dijo Lori Tremmel Freeman, directora ejecutiva de la Asociación Nacional de Funcionarios de Salud de Condados y Ciudades.
Pero las autoridades sanitarias locales afirman que ahora no les queda otra opción que reducir considerablemente el gasto. Según los expertos, la Administración Trump ha recortado el gasto sanitario a una escala sin precedentes, incluyendo la retirada de 11,000 millones de dólares de apoyo federal directo tras el fin de la pandemia y la eliminación de 20,000 puestos de trabajo en agencias nacionales de salud que, en parte, apoyan la labor de salud pública local. Y el Gobierno quiere recortar miles de millones más.
En conjunto, según los líderes de salud pública, los recortes están reduciendo todo el sistema a una sombra de lo que era, amenazando con socavar incluso el trabajo rutinario en un momento en que el país se enfrenta al brote de sarampión más mortal desde al menos la década de 1990, al aumento de casos de tos ferina y al riesgo de que la gripe aviar se propague ampliamente entre la población.
Estas medidas reflejan un cambio que los estadounidenses quizá no comprendan del todo, que se aleja del concepto básico de salud pública: realizar el trabajo que ninguna persona puede hacer sola para proteger a la población en su conjunto. Esa es una de las responsabilidades más cruciales del Gobierno, señala James Williams, ejecutivo del condado de Santa Clara, California. Y va más allá de tener departamentos de policía y bomberos.
«Significa no tener bebés que sufran enfermedades que se han erradicado. Significa asegurar que las personas tengan acceso a la información y a las decisiones más precisas y actualizadas que contribuyan a su longevidad», dijo Williams. «Significa tener una sociedad y unas comunidades capaces de prosperar, con personas que vivan vidas sanas y plenas».
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