La relación entre Venezuela y Estados Unidos ha entrado en una fase de profunda confrontación, que el gobierno venezolano describe como una "guerra no declarada". Esta escalada se ha intensificado con el despliegue militar estadounidense en el Caribe sur, presentado por Washington como parte de su lucha contra el narcotráfico, pero interpretado por Caracas como una amenaza directa a su soberanía y un intento de imponer un cambio de régimen.
Contexto de la crisis: Tensiones, acusaciones y despliegues
En septiembre de 2025, Estados Unidos movilizó ocho buques de guerra, un submarino nuclear y más de 4,000 soldados en aguas cercanas a Venezuela. El presidente estadounidense justificó esta acción acusando al gobierno de Nicolás Maduro de liderar un "cartel de narcoterroristas". Paralelamente, se duplicó la recompensa por la captura viva del mandatario venezolano, elevándola a 50 millones de dólares, una medida que Caracas calificó como una declaración de guerra encubierta.La tensión alcanzó niveles críticos cuando, entre el 2 y el 16 de septiembre, fuerzas navales y aéreas estadounidenses hundieron al menos tres embarcaciones pesqueras dentro de la Zona Económica Exclusiva venezolana, dejando un saldo de entre 14 y 15 civiles muertos. En otro incidente, el destructor 'USS Jason Dunham' interceptó un barco pesquero venezolano y retuvo a su tripulación durante ocho horas. Estas acciones fueron denunciadas por Venezuela ante organismos internacionales, mientras Estados Unidos insistía, sin presentar pruebas, en que dichas embarcaciones transportaban drogas.
Ante esta situación, el presidente Nicolás Maduro declaró que Venezuela se encuentra en una fase de "lucha no armada", pero advirtió que cualquier agresión directa desencadenaría inmediatamente una "lucha armada". Como medida de preparación, anunció la posibilidad de decretar un "estado de conmoción", que le otorgaría facultades extraordinarias para proteger la estabilidad del país. Asimismo, se creó el Consejo Nacional por la Soberanía y la Paz, un órgano destinado a articular la unidad nacional frente a lo que se define como una amenaza criminal e inmoral del imperialismo norteamericano.
Ejercicios militares como herramienta de resistencia y proyección de poder
En respuesta a la escalada, la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) lanzó en septiembre de 2025 el ejercicio militar 'Caribe Soberano 200', una operación ofensiva de tres días desarrollada en la isla de La Orchila, a menos de 100 millas de la costa venezolana. Supervisado por el ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, este despliegue tuvo como objetivo demostrar la capacidad de respuesta ante una posible invasión extranjera.El operativo movilizó a más de 2,500 efectivos, incluyendo fuerzas especiales y unidades de élite. Participaron 12 buques de la Armada, 22 aeronaves —entre ellas cazas Sukhoi Su-30MKV—, vehículos anfibios, botes de pescadores integrados a la Milicia Naval Especial, y sistemas avanzados de defensa. Se exhibieron sistemas antiaéreos rusos S-300VM y S-125 Pechora, así como drones de vigilancia y ataque con tecnología iraní, incluyendo drones submarinos. Las maniobras abarcaron operaciones marítimas, aéreas, terrestres, de inteligencia y guerra electrónica.
Paralelamente, se activó el 'Plan Independencia 200', que desplegó a 25,000 efectivos en 284 frentes de batalla distribuidos a lo largo de las fronteras con Colombia y Brasil, y en zonas estratégicas del interior del país. Pero la respuesta no se limitó a las fuerzas regulares: el gobierno organizó entrenamientos masivos en barrios y comunidades rurales, donde civiles —incluyendo campesinos, jóvenes y adultos— fueron adiestrados en el manejo de armas de fuego. Liderados por el presidente Maduro y el ministro Diosdado Cabello, estos actos se convirtieron en símbolos de movilización popular, con consignas como "sin distinción política" y la promoción del "Método táctico revolucionario".
Además, se anunció la creación de 5,300 Unidades Comunales de Milicias, con la meta de integrar a millones de venezolanos en una red de defensa territorial. Esta estrategia busca transformar al pueblo en el primer y último bastión de la soberanía nacional.
Doctrina de defensa nacional: De la milicia popular a la "resistencia activa"
La doctrina de defensa venezolana se fundamenta en el concepto de "Resistencia activa prolongada y ofensiva permanente", una estrategia que reconoce la asimetría de fuerzas pero apuesta por la movilización total del pueblo como factor decisivo. Esta visión, heredada del pensamiento del comandante Hugo Chávez, sostiene que la verdadera fuerza de un país no reside solo en su ejército, sino en la conciencia y la disposición combativa de su población.La Milicia Nacional Bolivariana es el pilar de esta doctrina. Conformada por civiles organizados en comunidades, campamentos campesinos y colectivos populares, su misión es complementar a la FANB en la defensa integral de la nación. En momentos de crisis, se convierte en una fuerza irregular capaz de librar una guerra prolongada de desgaste contra cualquier agresor externo.
El gobierno insiste en que Venezuela es "inexpugnable" no por su arsenal, sino por su espíritu de resistencia. El llamado a los campesinos, a través de la Unión Nacional Campesina Ezequiel Zamora, a estar listos para tomar las armas, refleja esta visión de defensa total. La idea central es clara: cualquier intento de invasión será respondido no solo por el ejército, sino por todo un pueblo en armas, dispuesto a defender su tierra, su petróleo, su oro y su dignidad.
Capacidad operativa de la fuerza armada: Limitaciones técnicas y recursos tecnológicos
A pesar de las limitaciones económicas y logísticas, Venezuela ha logrado mantener un arsenal diversificado gracias a alianzas estratégicas. La FANB cuenta con aviones de combate Sukhoi Su-30MKV de fabricación rusa, helicópteros Mi-17, fragatas, lanchas artilladas y un submarino. En los últimos años, se ha incorporado tecnología iraní, especialmente en el campo de los drones, lo que ha ampliado sus capacidades de vigilancia y ataque.En tierra, se despliegan sistemas antiaéreos de última generación como los S-300VM, capaces de neutralizar amenazas aéreas a grandes distancias. Estos sistemas, junto con radares y cohetes de defensa, forman una red de protección que, aunque limitada en alcance, envía un mensaje claro de disuasión.
Sin embargo, el verdadero desafío radica en el mantenimiento, el combustible y la disponibilidad de repuestos, afectados por años de sanciones económicas y bloqueo financiero. El presupuesto militar ha disminuido considerablemente, lo que ha impactado la operatividad de gran parte del equipo. Aun así, la estrategia venezolana no busca una confrontación simétrica, sino una defensa asimétrica, inteligente y profundamente arraigada en el territorio y en el pueblo.
Alianzas estratégicas y respuesta diplomática internacional
Frente al cerco imperial, Venezuela ha fortalecido sus lazos con potencias que comparten su visión multipolar del mundo. Rusia ha sido un aliado fundamental, no solo como proveedor de armamento, sino como garante diplomático en foros internacionales. China, por su parte, ha reiterado su apoyo político y económico, rechazando cualquier intento de injerencia en los asuntos internos de Caracas.Irán ha emergido como un socio clave en el ámbito de la defensa tecnológica, mientras que Cuba ha desempeñado un papel crucial como voz de denuncia en organismos como la ONU, calificando las acciones de Estados Unidos como un "pretexto burdo y ridículo". Estas alianzas no solo brindan respaldo material, sino que construyen un frente diplomático que deslegitima la narrativa intervencionista de Washington.
Retórica político-militar y narrativas de resistencia imperialista
La retórica del gobierno venezolano es una herramienta esencial de movilización y defensa. A través de discursos, actos públicos y operativos simbólicos, se construye una narrativa en la que Venezuela no es una nación aislada, sino el epicentro de una lucha global contra el imperialismo. Se denuncia que el verdadero objetivo de Estados Unidos no es el narcotráfico, sino el control de las mayores reservas de petróleo, gas y oro del planeta.Maduro y sus colaboradores insisten en que la paz solo es posible con soberanía, y que la defensa de la patria es un deber de todos. La amenaza de un “estado de conmoción” no se presenta como un acto autoritario, sino como un mecanismo constitucional para proteger la estabilidad frente a una agresión externa. Cada ejercicio militar, cada entrenamiento popular, cada declaración diplomática, forma parte de una estrategia integral que busca preservar la independencia nacional a toda costa.
En este contexto, Venezuela no se limita a resistir: se prepara, se organiza y se alía. Porque, como reza el lema popular: «¡Pueblo armado, patria invencible!».
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