En Afganistán, el gobierno talibán está cortejando a los inversores para explotar las abundantes minas del país, que se han salvado de la explotación a gran escala gracias a décadas de guerra. El país, que carece de expertos, infraestructuras y conocimientos técnicos, quiere abrirse a los inversores extranjeros, incluso si eso supone ignorar todas las consideraciones medioambientales.
Los talibanes, que promocionan el regreso a la seguridad para fomentar la inversión, dicen que ya han firmado 200 contratos por valor de miles de millones de dólares, en su mayoría con empresas locales, desde su regreso al poder en 2021.
Esmeraldas, rubíes, oro o litio... el subsuelo afgano está repleto de recursos por valor de 1 billón de dólares, según estimaciones de la ONU de 2010 y 2013. Para asegurarse un beneficio financiero, el gobierno talibán quiere que regresen todos los inversores extranjeros. que habían abandonado el país por considerarlo demasiado peligroso.
Aunque la mayoría teme ser asociado con el "Emirato Islámico", otros países, como Irán, Qatar y, sobre todo, China, han dado el paso. La empresa pública china MCC explota el segundo yacimiento de cobre más grande del mundo, a 40 kilómetros de Kabul.
Desde 2021, las empresas chinas también han ganado proyectos importantes, como minas de oro, cobre y nefrita. Pero la industria minera es una actividad contaminante. Los desechos mineros no tratados pueden contaminar el suelo y el agua.
Algunos observadores temen que las multinacionales aprovechen una regulación menos estricta para maximizar sus ganancias, en detrimento del medio ambiente. El Ministerio de Minas afgano afirma haber mantenido la legislación anterior a 2021 sobre la limpieza de las minas después de la extracción, sin proporcionar más detalles sobre el método de control.

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