
El informe anual presentado por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba, bajo la dirección del Canciller Bruno Rodríguez Parrilla, constituye una herramienta diplomática multifacética que articula una narrativa contundente y agresiva contra el bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por Estados Unidos. Este documento no es solo un recuento de daños económicos, sino una declaración jurídica-política que busca etiquetar la política estadounidense como ilegítima, criminal y genocida, con el fin de aislar políticamente a Washington y justificar las dificultades internas cubanas. El análisis del contenido revela un enfoque estratégico diseñado para maximizar su impacto en foros multilaterales y medios de comunicación globales.
La caracterización más central y reiterada del bloqueo es la de "genocidio". Esta calificación se basa explícitamente en la Convención para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio de 1948, argumentando que el objetivo declarado del embargo es someter al pueblo cubano a condiciones de vida destrozadoras con el propósito de aniquilarlo parcial o totalmente. La justificación de este término extremo reside en la premisa de que el bloqueo está diseñado intencionalmente para debilitar económicamente a Cuba hasta generar descontento social y lograr el derrocamiento del gobierno. El informe detalla cómo esta política de "máxima presión" ha afectado sectores vitales para la supervivencia de la población, como la salud, la alimentación y la energía. Se mencionan casos específicos para humanizar el impacto, como el de María, una niña de seis años con cáncer que no pudo acceder a un medicamento estadounidense debido al bloqueo, situándola en recaída. Esta narrativa busca transformar un conflicto político en un crimen contra la humanidad, lo cual es fundamental para reclamar la intervención de organismos internacionales como la Corte Internacional de Justicia.
Acompañando esta acusación de genocidio, el informe presenta cifras económicas escalofriantes para cuantificar el daño material. Para el período comprendido entre el 1 de marzo de 2024 y el 28 de febrero de 2025, el costo estimado ascendió a 7 mil 556,1 millones de dólares. En el año anterior (marzo 2023-febrero 2024), los daños se calculaban en 5 mil 56.8 millones de dólares , representando un aumento de 189.8 millones de dólares. Estas cifras se desglosan en promedios mensuales de más de 421 millones de dólares y diarios de 13.8 millones de dólares. Históricamente, los daños acumulados desde 1960 superan los 164 mil millones de dólares a precios corrientes. Para contextualizar aún más el daño, el informe utiliza una versión ajustada que considera el valor del dólar frente al oro, elevando las pérdidas acumuladas a más de 1 billón 499 mil millones de dólares. La estrategia de comunicación aquí es evidente: utilizar números masivos y dramáticos para crear una impresión visceral de devastación económica. Además, se proyecta un crecimiento potencial del Producto Interno Bruto (PIB) que Cuba habría experimentado sin el bloqueo, estimando un aumento del 8% en 2023 y del 9.2% en 2024, contrastando así la realidad económica con un futuro alternativo imaginado.
El informe también aborda las consecuencias jurídicas y financieras del bloqueo, centrándose en la Ley Helms-Burton (Titulares III y IV) y la inclusión de Cuba en la Lista de Estados Patrocinadores del Terrorismo. Se denuncia el carácter extraterritorial de estas leyes, que sancionan a empresas e individuos de terceros países que mantienen relaciones comerciales con Cuba, violando así principios fundamentales del derecho internacional como la soberanía y la libertad comercial. La inclusión en la lista terrorista, mantenida por la administración de Joe Biden tras haberla eliminado temporalmente en mayo de 2024, es presentada como una medida particularmente perjudicial que agrava el aislamiento financiero de la isla y limita sus transacciones bancarias. A través de estos puntos, el informe construye una imagen de un sistema legal estadounidense que opera por fuera del marco de normas internacionales, aplicando un castigo colectivo injustificado y obstaculizando el desarrollo sostenible de Cuba.
• Mar-2024 - Feb-2025 Año 2025
$7,556.1 millones
• Mar-2023 - Feb-2024 Año 2024
$5,056.8 millones (+$189.8M vs año anterior)
• Acumulado desde 1960 Hasta 2024
>$164,141.1 millones (a precios corrientes)
• Acumulado desde 1960 Hasta 2024
>$1,499,710 millones (ajustado por oro)
Nota: Las cifras pueden variar ligeramente entre fuentes debido a diferentes métodos de cálculo o actualizaciones.
La presentación diplomática: un evento multicanal y estratégico
La presentación del informe sobre el bloqueo económico es un ritual diplomático meticulosamente planificado que va mucho más allá de una simple lectura de un documento técnico. Es una operación de comunicación estratégica diseñada para maximizar la cobertura mediática, asegurar la participación del cuerpo diplomático y solidificar el discurso nacional ante audiencias tanto internas como externas. La elección del momento, el formato y los canales de difusión son cruciales para el éxito de esta estrategia.La fecha y hora de la presentación son seleccionadas con precisión. Por ejemplo, la presentación del informe correspondiente al período septiembre de 2024-agosto de 2025 fue anunciada para el miércoles 18 de septiembre de 2025 a las 11:30 a.m. hora local. Esta hora matutina garantiza una amplia cobertura en los principales medios de comunicación nacionales y una buena visibilidad en horarios de noticias internacionales. El evento se celebra en las instalaciones de la Cancillería de Cuba en La Habana, un espacio simbólico que representa la autoridad y la sede del poder ejecutivo cubano en el ámbito exterior. La audiencia está cuidadosamente curada: se dirige inicialmente al Cuerpo Diplomático acreditado en Cuba, seguido de la prensa nacional y extranjera. Esta estructura permite controlar la información desde dentro hacia fuera; los embajadores y agregados diplomáticos reciben la versión completa del mensaje antes de que sea filtrada a otros medios, asegurando un consenso en el relato entre las misiones diplomáticas cubanas en el extranjero.
Un elemento distintivo y modernizador de esta estrategia es la dependencia casi total de los canales digitales para la difusión simultánea. El evento es transmitido en vivo por todas las plataformas de comunicación estatales, incluyendo las cadenas de televisión 'Cubavisión' y 'Cubavisión Internacional', el canal 'Caribe', 'Radio Habana Cuba' y la página oficial de 'Facebook' de la Cancillería. Además, la presentación es archivada y compartida en plataformas como 'YouTube' a través de portales como 'Cubadebate'. Esta táctica multicanal tiene múltiples beneficios. Primero, permite llegar a una audiencia global, especialmente a comunidades de cubanos residentes en el exilio y en otras partes del mundo, donde las redes sociales tienen un alcance considerable. Segundo, crea un registro público inmediato y accesible del discurso, dificultando cualquier intento de distorsión o silenciamiento por parte de actores hostiles. Tercero, democratiza el acceso a la información, permitiendo que cualquier persona con conexión a internet pueda ver la presentación en tiempo real, convirtiendo el evento en un fenómeno mediático globalizado.
La elección del moderador y orador principal, el Canciller Bruno Rodríguez Parrilla, es clave. Con su vasta experiencia diplomática y su perfil como uno de los voceros más prominentes del Estado cubano, él personifica la continuidad de la política exterior cubana. Su presencia en la tribuna asegura que el mensaje será entregado con autoridad y coherencia. La presentación misma es un ejercicio de control de narrativa. El informe puede ser adelantado por medios oficiales como Cubadebate antes del evento formal, creando un contexto y una expectativa previa. Esto asegura que el discurso del canciller no sea visto como una sorpresa, sino como la culminación de un proceso informativo constante. En resumen, la presentación del informe es un espectáculo diplomático perfectamente orquestado, donde cada detalle, desde la hora hasta el canal de transmisión, está diseñado para reforzar la posición de Cuba y proyectar su mensaje de manera efectiva en el escenario internacional.
La votación en la onu: un triunfo diplomático consistente y sus implicaciones
La votación anual en la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre la resolución que exige el fin del bloqueo económico, comercial y financiero de Estados Unidos contra Cuba es el punto culminante del ciclo diplomático anual del gobierno cubano. Lejos de ser una mera formalidad, esta votación funciona como un marcador crucial de la legitimidad internacional del embargo y como una victoria política recurrente para La Habana. Los resultados consistentes y abrumadores demuestran un profundo y duradero aislamiento de EE.UU. en esta cuestión específica, consolidando el discurso cubano de opresión y justicia.Desde 1992, cuando la Asamblea General comenzó a votar regularmente sobre el tema, Cuba ha cosechado un apoyo casi unánime. En la votación celebrada el 30 de octubre de 2024, la resolución A/RES/79/7 fue adoptada por 187 votos a favor, dos en contra (EE.UU. e Israel) y una abstención (Moldavia). Este resultado es una continuación de una tendencia que se remonta a 1992, cuando solo 59 países respaldaron a Cuba. La resolución se basa en el proyecto de resolución A/79/L.6 presentado por Cuba ante la ONU. Este patrón de votación casi unánime se ha mantenido durante treinta y un años consecutivos o treinta y dos años, según la fuente consultada, lo que subraya un consenso duradero entre la mayoría de los Estados miembros de la ONU sobre la ilegitimidad del bloqueo.
Este resultado es más significativo si se considera el apoyo transversal que la resolución recibe. No solo se trata de un apoyo mayoritario, sino que suele ser unánime en ciertas regiones geográficas clave. Por ejemplo, en la votación de 2024, América Latina y el Caribe votaron de forma unánime a favor. Incluso gobiernos que históricamente han sido críticos con Cuba o que ocupan posiciones políticas contrarias, como Argentina (gobierno de Javier Milei), Perú (gobierno de Dina Boluarte), El Salvador (gobierno de Nayib Bukele) y Ecuador (gobierno de Daniel Noboa), votaron a favor. Esto indica que, en el contexto de la ONU, la política del bloqueo es vista como una cuestión de principio de derecho internacional y soberanía, trascendiendo las divisiones ideológicas más amplias. Países como Rusia, China, Sudáfrica, Venezuela y México también han sido firmes defensores de la posición cubana.
Para el gobierno cubano, estos resultados son una piedra angular de su estrategia diplomática. El Canciller Bruno Rodríguez Parrilla describe la victoria como una "nueva victoria de Cuba, la justicia y la verdad". El apoyo masivo en la ONU sirve múltiples propósitos. Primero, legitima la narrativa de Cuba como víctima de una injusticia sistémica y violación de derechos humanos, validando su discurso ante la comunidad internacional. Segundo, proporciona un respaldo político sólido que puede ser utilizado para presionar a otros organismos internacionales y gobiernos bilaterales. Tercero, refuerza el discurso interno cubano, demostrando que el sufrimiento del país no es un secreto, sino un asunto de debate público y condena global. Cuarto, se convierte en una herramienta de chantaje moral: al señalar el aislamiento de EE.UU., La Habana puede responsabilizar a Washington de su propia crisis económica y social, argumentando que el país estaría prosperando si no fuera por el embargo. En última instancia, la votación en la ONU es el pilar sobre el cual se sostiene todo el edificio de la campaña de La Habana, proporcionando la base legal y moral para sus denuncias y justificando su postura ante cualquier audiencia.
La cobertura mediatizada: de la propaganda oficial a la censura digital
La presentación del informe sobre el bloqueo y la votación en la ONU generan una intensa actividad mediática que se extiende desde la difusión controlada en medios estatales cubanos hasta complejas dinámicas de censura y contranarrativas en plataformas globales. La percepción pública y la interpretación de estos eventos varían drásticamente dependiendo del medio de comunicación y la perspectiva política del receptor.En Cuba, la cobertura es absolutamente dominante y sigue la línea editorial del gobierno. La presentación del informe por parte del Canciller Bruno Rodríguez Parrilla es un evento nacional cubierto en directo por todos los medios públicos. Canales como Cubavisión, Cubavisión Internacional y Canal Caribe, junto con la radiofónica Radio Habana Cuba, emiten la conferencia de prensa en vivo, asegurando una audiencia masiva y un mensaje unificado. Posteriormente, la grabación es archivada en plataformas como YouTube a través de portales gubernamentales como Cubadebate, asegurando un acceso permanente y un registro digital del discurso oficial. Esta cobertura no solo informa, sino que también ritualiza el evento, presentándolo como una afirmación de la dignidad nacional frente a la agresión imperialista. El tono es emotivo y combativo, enfatizando la resistencia cubana y la crueldad del enemigo.
Fuera de Cuba, la cobertura es mucho más fragmentada y polarizada. Organismos internacionales como Amnistía Internacional han emitido declaraciones criticando el impacto del embargo en los derechos humanos de la población cubana, instando al Congreso de EE.UU. a escuchar el mensaje de la comunidad internacional. Sin embargo, la voz predominante en muchos medios occidentales es la de justificación de las sanciones. El gobierno de EE.UU. defiende el bloqueo como una herramienta necesaria para promover la democracia y los derechos humanos en Cuba, citando supuestos prisioneros políticos y problemas en el campo de los derechos humanos. Esta divergencia en las narrativas crea un campo de batalla mediático, donde ambos bandos utilizan la misma plataforma (las noticias internacionales) para vender cuentos completamente opuestos.
Una dimensión particularmente reveladora de esta batalla mediática es la censura digital. Un caso emblemático ocurrió en agosto de 2020, cuando Google censuró los perfiles de YouTube de importantes medios estatales cubanos, incluyendo los de Granma, Mesa Redonda y Cubavisión Internacional, bajo la excusa de "supuestas infracciones de las leyes de exportación estadounidenses". Este incidente ilustra cómo las políticas de EE.UU. se extienden a través de corporaciones tecnológicas globales para silenciar a los voceros del gobierno cubano en plataformas digitales dominantes. Para La Habana, esto es prueba tangible de la aplicación extraterritorial del bloqueo y una violación de su soberanía digital. Para las autoridades estadounidenses y las plataformas implicadas, podría ser presentado como una medida de cumplimiento regulatorio. Este tipo de eventos se convierten en baza diplomática para Cuba, que utiliza la censura como evidencia adicional de la hostilidad sistemática de Washington.
Además, existe un debate interno en Cuba sobre la terminología, específicamente entre "bloqueo" y "embargo", aunque las fuentes indican que esta diferencia de vocabulario no parece afectar la unidad en el discurso oficial. Mientras que algunos analistas podrían explorar estas sutilezas, el gobierno cubano las presenta como conceptos equivalentes. La cobertura mediática, tanto dentro como fuera del país, refleja así una lucha por el control del discurso, donde el contenido del informe, las cifras económicas y las narrativas de victimización o agresión se enfrentan en un escenario global cada vez más digitalizado y polarizado.
Impacto en la política exterior cubana: herramienta de diálogo y aislamiento
El informe sobre el bloqueo económico es mucho más que un documento anual; es una herramienta diplomática fundamental que moldea la política exterior de Cuba en múltiples niveles. Actúa como un catalizador para el diálogo, un justificativo para las políticas internas y un eficaz instrumento de aislamiento político de Estados Unidos. Su impacto se manifiesta en la agenda de las reuniones multilaterales, en la negociación de acuerdos y en la construcción de alianzas estratégicas.Primero, el informe es el pilar de la estrategia diplomática cubana en los foros multilaterales. El Canciller Bruno Rodríguez Parrilla lo utiliza consistentemente como base para sus intervenciones en reuniones clave como la Asamblea General de la ONU, el Grupo de los 77 y China (G77+China), la CELAC-Unión Africana y el ALBA-TCP. Durante estas sesiones, el informe no solo sirve para denunciar a EE.UU., sino también para reclamar apoyo, movilizar votos y fortalecer alianzas con otros países que comparten una visión antihegemónica del orden mundial. Por ejemplo, en actos de solidaridad en Harlem, Nueva York, el canciller utiliza el informe para llegar directamente a audiencias específicas en el corazón del imperio, buscando generar presión popular y política. Esta diplomacia activa, centrada en el bloqueo, posiciona a Cuba como un actor moralmente legítimo que defiende la soberanía y el derecho internacional, incluso cuando no puede competir en términos de poder económico o militar.
Segundo, el informe funciona como un justificativo político crucial para el gobierno cubano. Al atribuir la mayoría de los problemas económicos y sociales del país al bloqueo, La Habana puede desviar la atención de otras cuestiones internas, como las ineficiencias del modelo económico centralizado o la insostenibilidad de ciertos programas sociales. Al presentar el embargo como la causa principal del sufrimiento del pueblo cubano, el régimen puede afirmar que, independientemente de las dificultades, su sistema es resiliente y virtuoso, y que su única debilidad es la agresión externa. Esta narrativa permite al gobierno reclamar méritos por mantener la revolución intacta mientras explica las carencias materiales. Por ejemplo, durante la grave crisis eléctrica de octubre de 2024, causada por la falta de combustible debido al bloqueo, Cuba sufrió apagones generalizados y pérdidas económicas de 252 millones de dólares en 18 días, cifras que el gobierno utiliza para reforzar su tesis.
Tercero, y quizás lo más importante, el informe es una herramienta de aislamiento político y financiero de EE.UU. El respaldo casi unánime en la ONU crea un clima de opinión internacional que hace que los países y las corporaciones se abstengan de romper el bloqueo por temor a represalias. El informe detalla cómo, durante la administración de Joe Biden, 1.064 bancos extranjeros negaron servicios a entidades cubanas por miedo a ser penalizados por el Departamento del Tesoro de EE.UU.. Esta "autocensura" financiera es una de las consecuencias más prácticas del informe. Además, el informe sirve para presionar a la UE y a otros bloques económicos para que adopten una postura más dura contra EE.UU. y levanten las restricciones que les impiden comerciar plenamente con Cuba. La solicitud repetida de que EE.UU. retire a Cuba de la Lista de Estados Patrocinadores del Terrorismo es una demanda directa para eliminar una de las barreras más significativas para la integración financiera de la isla.
En resumen, el impacto del informe en la política exterior cubana es profundo y multifacético, sirviendo como arma, escudo y talismán en el complejo tablero de juego de la geopolítica contemporánea.
Perspectivas futuras y desafíos estratégicos
La estrategia cubana de utilizar el informe anual sobre el bloqueo como una herramienta central de su política exterior enfrenta tanto oportunidades de renovación como desafíos persistentes. Aunque el apoyo internacional a la resolución de la ONU parece robusto y durable, el propio informe y la narrativa que lo sustenta están sujetos a presiones externas y cambios en el panorama geopolítico global. La viabilidad futura de esta estrategia dependerá de la capacidad de La Habana para adaptar su discurso y aprovechar nuevas alianzas.
Una de las mayores incertidumbres es el futuro de la relación bilateral entre Cuba y Estados Unidos.
La administración de Joe Biden ha mantenido y, en algunos aspectos, intensificado muchas de las políticas restrictivas heredadas de Donald Trump, incluyendo el mantenimiento de la Ley Helms-Burton y la inclusión de Cuba en la lista de patrocinadores del terrorismo. Sin embargo, la naturaleza de esta política de "máxima presión" en el futuro cercano es impredecible. Si alguna administración estadounidense decidiera iniciar un proceso de normalización, la relevancia y la fuerza del informe como herramienta de aislamiento político disminuirían drásticamente. La estrategia cubana se basa en la perpetuación del conflicto; su resolución representaría un desafío existencial para la narrativa del "sometimiento" y el "genocidio". Por lo tanto, el gobierno cubano probablemente seguirá insistiendo en la disposición de dialogar, pero siempre bajo principios de respeto mutuo y soberanía, una condición que ha sido consistente en sus declaraciones.
Otro desafío clave es la evolución de las alianzas geopolíticas. Tradicionalmente, Cuba ha encontrado un fuerte respaldo en la CELAC, el G77 y la Unión Africana, así como en socios estratégicos como Rusia y China. Sin embargo, el panorama regional está cambiando. La llegada de gobiernos de derecha en países como Argentina, Brasil y Perú, que históricamente han sido más críticos con Cuba, podría erosionar el apoyo unánime de América Latina en foros multilaterales. A pesar de que estos gobiernos han votado a favor del fin del bloqueo, sus agendas políticas internas podrían llevarlos a adoptar posturas más críticas hacia La Habana en otros temas. La capacidad de Cuba para navegar estas nuevas dinámicas y mantener unidos a sus aliados tradicionales será fundamental.
Por otro lado, existen oportunidades para ampliar el alcance de la estrategia. La creciente influencia de organizaciones internacionales y expertos independientes ofrece un nuevo frente de batalla. El hecho de que la Relatora Especial sobre el Impacto Negativo de las Medidas Coercitivas Unilaterales y otros Expertos Independientes de la ONU hayan exigido formalmente al gobierno de EE.UU. que elimine el bloqueo y retire a Cuba de la lista terrorista es un desarrollo positivo. Integrar estas voces institucionales en el discurso cubano puede añadir un nivel de legitimidad técnico-jurídica que complementa la narrativa política. Además, el uso continuo del informe en diversas plataformas, desde la ONU hasta redes sociales, asegura que la conversación sobre el bloqueo siga siendo parte del debate global sobre el derecho internacional y la soberanía nacional.
En conclusión, la estrategia de Cuba de utilizar el informe sobre el bloqueo ha demostrado ser un pilar de su política exterior exitosa durante décadas. Sin embargo, su futuro depende de la capacidad de adaptación de La Habana. Deberá equilibrar la contundencia de su discurso con la flexibilidad para responder a los cambios en las alianzas regionales, navegar las complejidades de una posible reaproximación con EE.UU. y capitalizar las alianzas emergentes con organismos internacionales para asegurar que su mensaje de justicia y soberanía continúe resonando en un mundo en constante cambio.
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